He traído este artículo en la cabeza por un rato. Encuentro por todos lados consejos bien intencionados y filosofías de crianza basadas en la desconfianza hacia los niños. Ellos no son capaces, ellos no entienden, ellos no pueden crecer sin control…
Y pensar en esto me remonta a mi propia crianza. Yo siempre fui tratada como un par, no como una persona inferior a la que hay que controlar/dirigir todo el tiempo. Tuve televisión en mi cuarto siempre, era mi decisión usarla o no. Por supuesto que tuve mis noches de insomnio usándola, pero pronto me di cuenta que no era recomendable hacerlo muy seguido. Desde la secundaria opté por estudiar para mis exámenes en la madrugada, me funcionaba mejor así. No tenía a nadie atrás de mí exigiéndome que estudiara, o pidiéndome que lo hiciera frente a ella para asegurarse que lo hacía. Mi mamá confiaba en mí. Y siembre fui de los primeros lugares del salón. Nunca tuve hora de llegada de las fiestas, sin embargo nunca llegué más tarde de las 2 porque no quería fallar a esa confianza. Jamás me emborraché ni fumé.
Tal vez por esto me es más fácil confiar naturalmente en mis hijos. En nuestra casa no hay reglas, hay acuerdos, y los acuerdos se cumplen porque esto incrementa nuestra conexión y confianza. Fortalece nuestra relación. Si un día mi hija está picada en su iPad porque acaba de encontrar algo interesante, le pregunto en cuánto tiempo más (o cuántos videos/capítulos/juegos más) quiere antes de apagarla. Ella me dice, lo acordamos y cuando se cumple el plazo que ella misma puso, la apaga. Nada de amenazas, ni hacerlo a la fuerza o para recibir un premio. Sólo la importancia de cumplir su palabra.
Una vez no lo hizo, una vez desperté a las 3am y seguía ahí. Volvimos a platicar, la apagó… Y la magia vino al día siguiente. Después de medio día comenzó a sentirse cansada, irritable y me dijo: “Mamá, creo que fue una mala decisión desvelarme hasta las 3am. ¡Ya no lo vuelvo a hacer!” Y efectivamente… No lo ha vuelto a hacer.
Por supuesto que funciona del otro lado también. Si yo digo que voy a hacer algo, lo hago. Si dije que en 5 minutos jugaba, en 5 minutos me paro y juego. No puedo esperar que aprendan a cumplir su palabra si yo no cumplo la mía.
Es un ejercicio interesante y te invito a que lo hagas. Al principio será muy incómodo, sobre todo si vienes de una crianza muy autoritaria, donde aprendiste que los niños no son confiables. Pero trata, paso a paso, día a día y te prometo que los resultados te sorprenderán. Para ellos el inicio también será desconcertante, pero re aprenderán a sentirse confiables.
Si no has visto la entrevista que le hicimos a Ángel González sobre responsabilidad, te recomiendo también que lo hagas. La responsabilidad no es más que la habilidad para responder. Eso es lo que confiar en tus hijos les fomenta. Les dice “creo que tú vas a ser capaz de responder a tu palabra o acciones”. Y esta habilidad les abrirá muchas puertas en su vida.
Para terminar te dejo una frase llena de sabiduría de una de nuestras películas favoritas muy ad hoc a esto:
“Mi viejo amigo, él jamás realizará su destino ni tú el tuyo hasta que abandones la ilusión de control.”
¿Adivinas qué película es? 🙂
Esta entrada tiene 5 comentarios
Lili Cabello
Me gusta mucho pero no se por donde empezar, para criar a mis hijos así sin castigos ni recompensas, solo las consecuencias de sus hechos
Ana Benedek lee!
Brenda Hernandez, empieza con la decisión, luego comienza a practicar. No te va a salir a la perfección desde el día uno, pero son de las cosas se se aprenden haciendo. Habla con tu hijo, dile que las cosas van a cambiar y que van a ir aprendiendo juntos 🙂
Y creo yo que el reto más difícil a vencer es dejar que las consecuencias naturales sucedan. Obviamente, no si son de vida o muerte. Ejemplo: se quita los zapatos en la calle, no se los quiere poner… Automáticamente pensamos en cargarlo. En lugar de dejar que camine así y tal vez lo pisen o se lastime. Y si esto pasa NO TENER LA ACTITUD de “ves, te lo dije”. La actitud empática ante todo y dejar que ellos sólos saquen sus conclusiones.