Una Lección de Música, Idiomas y Perseverancia

En el viaje de la crianza, cada pequeño momento cuenta. Las decisiones que tomamos, las oportunidades que ofrecemos y las maneras en las que acompañamos a nuestros hijos pueden marcar una diferencia profunda en su desarrollo y en la relación que construimos con ellos. Hoy quiero compartir contigo una reflexión muy personal sobre dos pasiones que han sido pilares en mi vida como madre: la música y los idiomas.

Una anécdota de persistencia y descubrimiento

Cuando Zuri era pequeña, siempre supe que los idiomas y la música serían regalos importantes para su futuro. Iniciamos el método Suzuki, como saben, y después de probar el violín, que no le agradó, Zuri finalmente eligió el cello como su instrumento. Sin embargo, no todo fue fácil. Al principio, le costaba practicar; lo hacía de vez en cuando y por periodos muy cortos. Me preocupaba que esto la desmotivara, pero opté por invitarla amorosamente a intentarlo, sin forzarla. Había días en los que tocaba solo unos minutos antes de dejarlo, y aunque era frustrante para ambas, seguí alentándola. Hubo un momento, hace unos cinco años, en el que quiso renunciar porque sentía que no avanzaba, que su música no sonaba como ella quería, y eso la frustraba profundamente. Recuerdo cómo, con lágrimas en los ojos, me dijo: “Mami, sueno feo. Ya no quiero seguir.” 

En ese momento, no pude simplemente aceptar su renuncia porque reconocía algo más profundo: no quería abandonar el cello porque no le gustara, sino porque dudaba de su capacidad. Y eso era algo que no podía permitir. Conversamos largamente sobre cómo la mejora a menudo se siente como empujar una roca cuesta arriba, pero que si perseveramos, el esfuerzo rinde frutos. Le prometí que llegaría un día en el que disfrutaría el sonido de su música y que todo el trabajo valdría la pena.

Un día, motivada por un pequeño reto Susuki que consistía en practicar diario durante un mes, empezó a notar cómo el sonido mejoraba. Recuerdo su cara de sorpresa cuando me dijo: “Mami, suena mejor porque estuve tocando todos los días”. Desde entonces, sin que nadie se lo pidiera, comenzó a practicar por su propio pie, emocionada por cada progreso. 

Hoy, con casi 15 años, mi hija es una joven políglota que toca el cello maravillosamente (o eso opino yo, como su orgullosa mamá) y está aplicando para unirse a su primera orquesta en un curso de verano. A menudo me agradece por no haberle permitido renunciar, por haberla acompañado en ese proceso con paciencia y amor. De cierta forma, ella pavimentó y sigue pavimentando el camino para sus hermanos. En nuestra familia, todos tocan un instrumento, pero al verla practicar y mejorar, para ellos se hace algo natural, algo alcanzable. Su ejemplo inspira y allana el terreno, mostrando cómo la perseverancia y la pasión pueden dar frutos maravillosos.

Antes de continuar, quiero presumirte algo muy especial. Compilé un pequeño video con extractos de canciones que mis tres hijos han tocado recientemente, y cada vez que lo veo, no puedo evitar sentir un orgullo enorme. Ahí están, con todo su esfuerzo y dedicación, haciendo que la música fluya en nuestra casa. Espero que lo disfrutes tanto como yo al grabarlo, porque para mí, son pequeños momentos como este los que hacen que todo valga la pena.

La música como lenguaje universal

La música es un idioma en sí misma. Cuando un niño aprende un instrumento, no solo desarrolla habilidades técnicas, sino también emocionales. La música les enseña disciplina, les permite expresar sus emociones y les da una herramienta para conectarse con los demás de maneras profundas. Al igual que aprender a hablar, aprender música requiere tiempo, paciencia y práctica, pero los beneficios son inmensos.

Idiomas y música: una combinación poderosa

Estudios han demostrado que los niños expuestos a más de un idioma tienen una mayor flexibilidad cognitiva y habilidades para resolver problemas. La música, por otro lado, mejora la memoria, la atención y la creatividad. Pero más allá de los datos, la verdadera magia ocurre cuando los padres permiten que los intereses de sus hijos florezcan y los apoyan en su desarrollo, sea en la música, los idiomas o cualquier otra pasión.

Invita a la reflexión y acción

¿Qué pasiones están despertando en tus hijos ahora? Quizá han mostrado interés en un instrumento, en aprender un idioma o en cualquier otra actividad que los intrigue. Mi invitación es esta: acompáñalos en ese camino. No necesitas saberlo todo ni ser experto. Está presente, escúchalos y apóyalos, incluso en los momentos en los que ellos mismos duden.

Una llamada a compartir

Quisiera saber: ¿Cuáles han sido los momentos en los que has acompañado a tus hijos a superar sus propios retos? ¿Qué aprendizajes has descubierto en el proceso? Comparte tus experiencias en los comentarios, y si te sientes cómodo, sube una foto o video de esos momentos especiales.

Recuerda, no se trata de forzar ni de imponer, sino de acompañar y de tener la paciencia para esperar los frutos que el tiempo y la dedicación traerán. Al final, estos momentos no solo construyen el talento de nuestros hijos, sino también una conexión profunda y duradera con ellos.

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Yendi

Mamá de 3 (ya no tan) pequeños. Comenzó a aplicar el método Doman con su primer bebé desde 2011, aplicando además crianza con apego (colecho, lactancia, porteo). Más adelante decidió continuar con esa filosofía de "los padres son los mejores maestros de sus hijos" y seguir por el camino del Homeschool. Sus hijos no han ido nunca a la escuela. Ha escrito varios artículos para reconocidas revistas como bbMundo y Mamá por Primera Vez. Fue ponente en el 1er Master BBMundo como especialista de Porteo y cuenta además con estudios en Desarrollo Neurológico de los Bebés, Integración Refleja, Coach de Vida por Quidam International y Coach Ontológico por AXON.

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