Cada vez encuentro más desgastante estar leyendo las redes sociales, pues encuentro un común denominador en la mayoría de las publicaciones. Me encuentro profundamente triste y siento que leer tanta cosa drena mi energía, me cansa, me pone mal… Veo con tristeza que no nos metemos a fondo en ningún tema, pero estamos prontos a exclamar con pasión nuestros juicios al respecto.
Que si vemos a alguien un poco pasad@ de peso… seguramente no cierra la boca. Ah, pero no sea alguien flac@, porque no hay duda de que se mata de hambre.
Vemos una mamá que está dando biberón en una foto y opinamos que fue floja para la lactancia. Ah, pero no vayamos a ver alguien amamantando en público, porque saltamos prestos a decir que es una exhibicionista, o que el niño ya está grandecito.
Que si el país Y atacó al X… es porque es un desgraciado. Pero si es al revés, entonces el otro es el terrorista.
No podemos ver un niño pequeño haciendo algo magistralmente con pasión, porque inmediatamente pensamos que alguien lo forzó a hacerlo, y que es víctima de un régimen militarizado. Por otro lado, vemos a un niño grande que por sus tiempos aún no va acorde al “plan de estudios” de su año, ya que estudia en casa, y rápidamente expresamos nuestra desaprobación, diciendo que los padres son unos negligentes.
Si vemos alguien que anuncia que ha decidido cambiar de alimentación por el bien de los animales, está loco, porque somos entes carnívoros. Pero bien que nos quejamos cada que vemos una publicación de alguien lastimando a un animal.
Cundo alguien cobra bien por sus conocimientos/habilidades es un avaro, debería hacerlo gratis o barato. Y si no cobra, no se quiere a sí mismo, seguro lo que ofrece no es de calidad.
Total que ni siquiera logramos evangelizar sobre el tema que tanto nos apasiona, porque si lo hacemos en medio de prejuicios, el mensaje se pierde. No podemos abogar por un país, generando odio hacia el otro. No podemos defender una postura tan hermosa como la lactancia, echando tierra al biberón. No debemos saltar a conclusiones cuando NO CONOCEMOS LOS DETALLES. Practiquemos la empatía, la tolerancia y el respeto.
Así que, yo quiero iniciar conmigo. Cómo pretendo enseñarle a mis hijos a empatizar, o a respetar si no lo hago yo misma. Te invito a unirte si también estás harto de que el mundo esté lleno de prejuicios. El cambio empieza en uno, y por mi parte, te prometo que en mis reflexiones y en este espacio que juntos hemos creado, no encontraremos prejuicios, sino respeto y ganas de conocer las diferentes posturas. La próxima vez que veamos una publicación, en lugar de juzgar, tratemos de entender y ofrecer ayuda. ¿Quién se une?
Esta entrada tiene 2 comentarios
Muy cierto!! Cuesta quedarle bien a la gente y mucho más si se trata del cuido y educación de los hijos!!
Excelente! muchas veces me he sentido así! a veces hasta deprime un poco darse cuenta que la gente habla porque tiene boca pero no respeto!. Y cuando te toca muy de cerca duele enormemente. Hace poco salimos en un diario aportando nuestra visión sobre la educación en casa y no sabes lo que fue leer los comentarios!!! me arruinaron una semana completa! Por eso he decidido que en ciertos temas no miraré comentarios aunque lamentablemente es más fuerte que yo porque como te encuentras con los intolerantes de siempre también te encuentras con otras visiones que te completan!